AFICIONADOS A LAS ARMAS

Monday, August 21, 2006

METODOLOGIA DEL TIRO

Colaboracion enviada por Ismael de las Hayas.

METODOLOGIA DEL ENTRENAMIENTO
VISUALIZACION
Visualización significa crear una imagen con la mente. Esto se refiere a que la mayor parte de nosotros asocia lo que ve a través de los ojos con la imagen que tenemos formada de ello. Pero esta es una forma superficial de enfoque.
En realidad, la condición mental y física que tengamos es la que influye durante la etapa final de la acción y la que forma la imagen en el cerebro. Por eso es muy importante mantener el gesto deportivo brevemente después del disparo. Todo estado mental crea un estado correspondiente en el cuerpo y al contrario: cada acción corporal tiene su efecto en la mente. Si se puede visualizar él “ser interno” en cada momento, se obtendrán excelentes resultados.
La visualización constituye una parte esencial del entrenamiento mental, un instrumento eficaz para formar la imagen de una acción con el pensamiento (por ejemplo: posición de tiro, fase de apuntar o determinadas condiciones competitivas) y experimentar el estímulo desencadenado por la imaginación sin actividad física. El tirador recuerda y ensaya la cadena de acciones que ejecuta en la realidad.
La visualización ayuda a transmitir las informaciones útiles al subconsciente que el tirador ha adquirido de forma consciente durante el tiro y a traerlas posteriormente a su memoria. Tal proceso de retroación simplificado favorece la preparación psíquica y el desarrollo de la confianza en la técnica practicada en particular creando un ritmo natural de acciones que se realizan una tras otra. Como consecuencia, se crea una costumbre, mejorando la coordinación neuromuscular y la rapidez al tomar decisiones, ya que el tirador repite constantemente la misma acción, reaccionando así con más rapidez para conseguir el resultado deseado aún en condiciones de tensión.
El tener que pensar y obrar al mismo tiempo retarda la eficiencia motriz.
No es posible controlar todas las reacciones corporales durante la acción, lo que también difiere según los individuos. Puede ocurrir que una persona con menos poder de visualización supere a otra con más, pero sólo de forma temporal y se requiere gran fuerza de voluntad en un momento dado. Un tirador que practique la visualización no necesita hacerlo durante la competición en la etapa inicial. En una etapa posterior y gracias a la experiencia, se elige lo que es importante recordar mentalmente para conseguir un resultado máximo. La meditación presta grandes servicios, ayudando a enfocar la conciencia y preparando al individuo para la visualización efectiva. Tratar de visualizar sin meditación sería como decir “soñar despierto”, lo que no conduce a nada.
¿CÓMO PRACTICAR LA VISUALIZACION?
- Hay que ponerse cómodo. La espina dorsal debe estar libre de tensión.
- Respirar desde el abdomen de manera lenta, regular y profunda
- Cerrar los ojos.
- Hay que notar el relajamiento del cuerpo, empezando por los dedos de los pies y continuando hacia arriba.
- Relajar la mente.
- Ver mentalmente el evento y el resultado deseado
- Al hacer estos ejercicios, adoptar una actitud mental positiva.
- Hay que aprender primero a relajarse y luego a activar la mente.
- Solamente visualizando se llega a la concentración. Esta se profundiza únicamente cuando hay visualización. Muchos pueden experimentarla automáticamente y se les considera mejores que los demás.
EN EL TIRO
- Representar la técnica correcta, éxitos obtenidos en el pasado, buenos impactos.
- Seguir una rutina preestablecida, no desviarse de las costumbres normales.
- Aceptar el éxito de la técnica.
- Una práctica regular conduce a un mejoramiento de la forma física para una modalidad en particular. Un buen entrenamiento psíquico mejora también el físico. Esta es la única manera de aumentar los rendimientos.
- El proceso de visualización ayuda a conseguir las mejores condiciones mentales y físicas del individuo. Naturalmente, debe estar acompañado de las prácticas corporales para asistir conscientemente al evento y ver los efectos en la realidad. Hay que buscar una y otra vez el mejor método de tirar para crear la imagen perfecta.

Usando esta técnica de manera eficiente se ahorra mucho tiempo y los progresos no se hacen esperar. En un tiempo mínimo se consigue un resultado máximo. Los deportistas deberían dominar esta materia que hace más efectivo el programa de entrenamiento y ayuda a alcanzar los objetivos propuestos con mayor facilidad.
Hay que inculcar los conocimientos, experimentar conscientemente el momento y tener confianza en si mismo, en su habilidad y su técnica. El proceso se repetirá por sí sólo con más frecuencia y regularidad. La visualización creativa exige disciplina y trabajo constante.
POSTURA
Explicaremos la postura general aplicable más o menos a todos los tiradores. A partir de esta postura general, cada tirador debe hacer pequeñas modificaciones para adaptarla a la estructura física de su cuerpo. No será igual la postura para un tirador diestro cuyo ojo maestro sea el derecho que la postura para otro cuyo ojo maestro sea el izquierdo. Del mismo modo, la postura para un tirador alto y delgado será algo distinta de la de un tirador bajo y musculoso, cuyo centro de gravedad estará mucho más bajo.
En general, existen tres tipos básicos de posturas: la postura de frente al blanco, la diagonal con respecto al blanco y la de perfil al blanco. Hasta hace algunos años, se tenia por correcta la postura diagonal con respecto al blanco, a pesar de que los estudios sobre la estructura ósea y muscular del cuerpo, e incluso estudios de fuerzas físicas demostraban que la postura más correcta debería ser una postura más cercana a la de perfil que a la diagonal. El motivo que se utilizaba para elegir una postura diagonal era meramente intuitivo. Se tachaba de mala la postura de frente al blanco, ya que carga excesivamente el peso sobre el hombro y de igual modo se tachaba de mala una postura totalmente de perfil, ya que obliga al cuello a una ligera tensión y esto puede dificultar en cierta medida la llegada de oxígeno al cerebro al presionar la carótida que pasa por el cuello para llevar sangre rica en oxígeno al cerebro.
Una reducción de oxígeno, aunque sea pequeña, dificulta el disparo.
Esto sin embargo, puede ser cierto en una postura totalmente de perfil, en cambio, en el momento que añadimos un ligero ángulo, se evita este problema y la base de sustentación queda muy mejorada. Es decir, los estudios anatómicos demuestran que la postura ideal estaría basada en la de perfil, añadiendo un pequeño ángulo para evitar la tensión sobre el cuello. En general, lo primero que debe cumplir una postura es que sea cómoda y capaz de ser mantenida durante un periodo muy prolongado de tiempo.
La mano izquierda (o la derecha en el caso de los tiradores zurdos) debe tener un buen apoyo. En ningún caso debe estar colgando, sino que estará fija en algún sitio como el pantalón, el bolsillo del pantalón o algún bolsillo lateral en el caso de que estemos utilizando una chaqueta o chaleco.
En cuanto a los pies, dentro de ciertos límites, se considera como buena una abertura más o menos igual a la anchura de los hombros, lo que garantizará un buen equilibrio. La única excepción para esto deberían ser las pruebas de velocidad, en la que los pies deben estar un poco más separados de lo normal para favorecer el giro de la cintura. El peso del cuerpo debe estar bien repartido entre ambas piernas y el tronco ligeramente hacia atrás para compensar el peso del arma y aliviar al mismo tiempo la tensión sobre los deltoides.
RESPIRACION
La respiración está muy relacionada con la postura, concierne a la posición del cuerpo y a su efecto sobre el movimiento de la pistola. Al respirar, se expansiona y se contrae la caja torácica, lo cual hace mover al brazo extendido. Es necesario detener ese movimiento mientras se está apuntando y se efectúa el disparo, parando la respiración durante estos procesos. Antes de empezar a apuntar y de contener la respiración, se deben llenar los pulmones con aire fresco. No hacer esto puede provocar efectos de hiperventilación, tal como aumento de pulsaciones y vahídos.
Una técnica puede ser: una vez efectuadas varias respiraciones profundas, cuando empiece a disminuir el ritmo de las pulsaciones, hacer una inspiración final profunda mientras se eleva la pistola y luego expulsar suavemente la mitad del aire al mismo tiempo que se coloca la pistola en posición de apuntar. Una vez efectuado el disparo se exhala todo el aire, luego se hacen unas cuantas inspiraciones profundas y se repite el ciclo para cada uno de los tiros siguientes. El entrenamiento físico mejorará la respiración, la capacidad pulmonar y la cantidad de oxígeno en la sangre.
El disparo debe efectuarse en apnea. El proceso respiratorio para realizar un disparo seria el siguiente: estamos con el arma apoyada descansando a medida que respiramos normalmente teniendo cuidado de realizar una respiración abdominal, es decir, por una extensión del abdomen y no sólo de los pulmones y de inspirar el aire por la nariz y expulsarlo por la boca. Esta respiración nos sirve para relajarnos ya que no debemos olvidar que la respiración abdominal es la base de todos los sistemas de relajación y preparación mental y al mismo tiempo debemos ir concentrándonos en lo que haremos a continuación, e incluso visualizando mentalmente los pasos del disparo.
Una vez que realizado suficientes respiraciones abdominales y que nos sentimos suficientemente preparados para efectuar el disparo, llega la hora de subir el brazo, movimiento que debe estar acompañado de una inspiración de aire quizá algo más amplia que las anteriores, con los elementos de puntería ya centrados sobrepasamos la zona del negro hacia arriba para dejar caer el brazo a medida que vamos expulsando el aire que habíamos retenido. Este movimiento es importante, ya que el hecho de bajar el brazo acompañado de una expulsión de aire, parece tener una acción relajante sobre los músculos del brazo disminuyendo las oscilaciones de los mismos.
Algunos tiradores consideran beneficioso realizar una segunda inspiración, más pequeña, volviendo a sobrepasar la zona un poco para luego dejar caer el brazo a medida que expulsamos el aire y colocamos el arma en la zona de disparo debajo del negro. Una vez allí y en apnea debemos efectuar el disparo ejerciendo poco a poco presión sobre el disparador sin brusquedades.
Se considera que es mejor realizar esa apnea a media capacidad pulmonar y no expulsando todo el aire. De esta manera, una vez que levantamos el arma con una inspiración, debemos dejar que la elasticidad natural de lo pulmones expulse el aire y no intentar forzarlos para expulsar el máximo volumen de aire posible.
Si una vez que hemos iniciado la apnea el disparo no sale de seis a ocho segundos, debemos bajar el brazo e iniciar todo el proceso de nuevo. No nos debemos dejar confundir aquí si vemos que el brazo está lo suficientemente parado o si vemos que tenemos el suficiente poder de concentración para seguir intentándolo por encima de ese tiempo. El problema no está en los músculos del brazo o en el poder de concentración, sino que principalmente está en la cantidad de oxígeno que llega al cerebro, y después de ese tiempo no parece en condiciones de intentar un disparo con garantías.
FORMA DE EMPUÑAR
Apuntar es elevar el brazo hacia la posición de puntería y que el guión quede automáticamente en el centro del alza, sin que se tenga que inclinar la muñeca.
La sujeción del arma con la mano se denomina empuñadura. Es la acción que debemos efectuar previamente a cualquier maniobra de puntería. El sitio por donde se sujeta el arma también se denomina empuñadura o cacha. Hay que tener en cuenta que no todas las manos son iguales ni tienen el mismo ángulo de muñeca por lo cual probablemente cualquier empuñadura debe retocarse para una buena adaptación anatómica particular. La cacha bien adaptada permite adoptar una posición natural de tiro sin necesidad de realizar esfuerzos ni correcciones innecesarias de la muñeca. Hay pistolas que tienen las cachas con regulación en tamaño y ángulo, lo cual facilita mucho su adaptación.
Para empuñar adecuadamente la pistola se empuja firmemente hacia la palma de la mano, se sujeta la pistola de manera que el cañón esté alineado con el antebrazo para que el retroceso sea absorbido a lo largo del brazo. Se debe apoyar suavemente el pulgar sobre la empuñadura y el dedo del disparador debe colocarse correctamente con la primera falange sobre la parte baja del disparador para obtener la mayor palanca posible. Este dedo deberá hacer presión hacia atrás a lo largo del eje anterior y posterior del cañón, hay que tener cuidado de no efectuar una presión lateral sobre el disparador.
La pistola debe empuñarse con suficiente firmeza para impedir que se mueva en la mano en el momento de disparar. La presión debe controlar el retroceso. En el duelo es necesario aumentar la fuerza de la empuñadura para controlar el efecto repetido del retroceso.
Si se aplica mucha presión, los músculos temblarán incontroladamente, si esto sucede, se debe hacer una pausa y empuñar nuevamente con menos presión. Para conseguir una empuñadura cómoda, que la mayor parte posible de superficie de la mano esté en contacto con ella, para asegurar que la pistola “apunte” bien se utilizan empuñaduras o cachas anatómicas.
CONTROL DEL DISPARADOR
Es quizás el factor más importante para realizar un tiro preciso. Se pueden definir 3 etapas en el control correcto del disparador:
1 – DONDE aplicar la presión sobre el disparador.
El dedo índice debe aplicar presión directa sobre el disparador hacia la parte posterior, paralelamente con el eje que forma la parte delantera y trasera del cañón. El dedo debe estar correctamente colocado sobre el disparador en la misma posición en cada tiro. El centro de la primera falange debe tocar el disparador cerca del extremo del mismo. Si el dedo rodea excesivamente el disparador, no ejercerá la presión óptima y será inevitable que lo oprima desde el lado más alejado (tirará del mismo hacia su mano) haciendo que la boca del cañón se mueva en dirección opuesta con el retroceso de la pistola al disparar.
2 – CUANDO aplicar la presión sobre el disparador.
El momento del disparo debe ser regulado con el punto óptimo de los otros factores que afectan al tiro. En velocidad se precisa efectuar presión sobre el disparador mucho más rápidamente para adaptarse al tiempo disponible en ella. Es necesario dominar el buen control sobre el disparador en tiradas de fuego lento antes de progresar en las técnicas de velocidad.
Después de los 10 ó 12 segundos se afloja la firmeza muscular y la concentración, se fatiga la visión y se altera la inmovilidad a causa de la respiración.
3 – COMO aplicar la presión sobre el disparador.
Debe ejercerse una presión suave y continua, en ningún momento hay que tirar del disparador o presionarlo súbitamente. Cuando el sistema del disparador tiene dos etapas, entonces hay que aplicar dos tipos de presiones, la primera presión se lleva a cabo al principio del proceso de apuntar, aplicando luego la presión extra, suavemente hasta el momento en que se produce el disparo.
Todo el tiempo en que el ojo indica al cerebro que la imagen de miras es correcta y que la puntería es aceptable, el cerebro está ordenando al dedo que oprima. El cerebro no debe enviar nunca el mensaje “fuego”, si hiciera eso se produciría una presión súbita y con seguridad originaría un tiro errado.
En cierto modo, cuando se produzca el disparo nos tiene que sorprender, conservando el control sobre el arma. Si la imagen de las miras no es correcta, o si la puntería excede los límites de tolerancia, entonces hay que retirar inmediatamente el dedo del disparador. En ese caso se abandonará la posición de puntería y se recuperará la concentración para volver a tirar de nuevo.

LA PUNTERIA
La toma de puntería tiene dos fases: la primera consiste en alinear correctamente las miras trasera y delantera (alza y punto de mira respectivamente) y la segunda apuntar con el arma a la diana.
Se parte de la posición natural de tiro. Para el ojo humano no es posible enfocar simultáneamente objetos situados a diferentes distancias, sobre todo si alguno está cerca y el otro lejos. Los elementos de puntería de la pistola tienen que alinearse correctamente de modo que el punto no sobresalga por encima del alza y las luces laterales que se ven entre el punto y el alza sean idénticas a ambos lados. El ojo debe enfocar siempre el punto de mira, que es el elemento fundamental que nos indica hacia donde se dirigirá el tiro.
La consecuencia es que el alza se verá un poco borrosa, fenómeno que se incrementa en las personas adultas. La técnica de enfocar a un punto intermedio entre el alza y el punto no es recomendable porque al no tener una referencia fija se produce imprecisión, sensación de incomodidad y mayor cansancio. Con las miras alineadas y enfocando al punto de mira, se dirige la pistola hacia el blanco. Obviamente la diana se verá borrosa, más que el alza. Este fenómeno es normal y no debe preocuparnos. No hay que cometer el error, habitual, de enfocar el blanco en vez del punto, porque se perdería totalmente la referencia de la dirección de tiro y el error que se puede cometer seria grande.
Para la toma de puntería con el blanco hay dos métodos fundamentales: uno consiste en apuntar directamente al centro y el otro a la zona del 6 a las 6 denominada en el argot “pie de diana”
Apuntar al centro es lo más natural, pero tiene el inconveniente de que la zona negra es muy amplia (más de 20 centímetros para el blanco U.I.T.) y es difícil concentrarse en un punto central fijo. Por ese motivo, para la mayor parte de las modalidades, los tiradores prefieren la zona de pie de diana (el 6 a las 6) Si se elige esta zona hay que hacer correcciones en el alza para que el impacto se produzca por encima de la zona de puntería los centímetros necesarios para situarse en el centro de la diana.
Esta zona es la más cómoda para apuntar ya que se tiene como referencia la línea que separa las zonas negra y blanca de la diana (entre el 6 y el 7), además, en la mayor parte de las pistolas de competición el grosor del punto de mira es equivalente al diámetro del área negra de la diana, lo cual ayuda doblemente para centrar el disparo.
En la toma de puntería lo más importante es tener perfectamente alineados el alza y el punto de mira para evitar los errores angulares que provocarían impactos muy alejados del centro de la diana. La fase de alinear el arma con la diana es igualmente importante, pero se permiten ciertos desplazamientos horizontales que producirían lo que se llama el error paralelo, el cual tiene consecuencias menores que el angular.
Un fenómeno que hay que tener en cuenta es que nadie es capaz de apuntar constantemente el arma a un punto. Cada tirador tiene un movimiento del arma que se traduce en un círculo imaginario sobre el blanco en el cual se producirá el impacto. Ese círculo de dispersión de los impactos, que constituye nuestra área personal de tiro, lo podemos disminuir con el entrenamiento.
Una cuestión directamente relacionada con la fase de apuntar es con que ojo la debemos realizar, para lo cual tenemos que saber cual es nuestro ojo dominante. Las gafas de tiro son un complemento casi imprescindible para una buena toma de puntería.
EL DISPARO
Hay que tener en cuenta que en las modalidades de precisión hay tres operaciones básicas que hay que realizar. La parada inmóvil del arma, la puntería y la salida del disparo. Si tuviéramos que realizar estas tres operaciones por separado, el éxito en el tiro no seria ningún secreto, ya que nuestra mente consciente se encargaría de realizarlas a las mil maravillas. Sin embargo, el problema viene en el hecho de que estas tres operaciones han de ser ejecutadas simultáneamente y nuestra mente consciente no es capaz de realizar más de una operación al mismo tiempo, con lo que estas operaciones deben ser realizadas por el subconsciente. El tirador que llegue a este estado conseguirá buenos resultados en cualquier tipo de condiciones, se trataría de que nuestro cerebro mandase una orden al dedo de ejecutar el disparo en el momento en que las miras estuvieran totalmente alineadas y nuestro brazo tuviera un mínimo de oscilaciones y esta orden se realizaría de manera inconsciente.
Es decir, se trataría del célebre reflejo ojo-dedo del que todos hemos oído hablar alguna vez y que por otra parte no requiere nada especial para desarrollarse. Para llegar a obtener este reflejo el único secreto es el entrenamiento duro y metódico. Conviene al principio entrenar los tres elementos por separado. Al principio, por tanto, empezaremos a entrenar con ejercicios dedicados a reducir las oscilaciones del brazo y a conseguir algo parecido a la inmovilidad perfecta, después, una vez conseguido reducir las oscilaciones del brazo, empezaremos a trabajar sobre la salida del disparo. Al principio no nos ocuparemos demasiado de la posición del arma, sino que nos concentraremos en ejercer la presión correcta sobre el disparador para grabarla en nuestra mente.
Una vez dominado este ejercicio, el tirador empezará a disparar en polígono, pero sin preocuparse de contar los puntos que está consiguiendo, sino de realizar todo el proceso lo más perfecto que pueda. Un elemento que debemos tener en cuenta aquí es que en el momento que tengamos una parada perfecta el disparo no se producirá y de ahí el agarrotamiento del dedo índice precisamente cuando mejor estamos parando. Esto es debido a que la orden de accionar el disparador llega al dedo por medio de un impulso nervioso y si tenemos una parada perfecta, estamos inhibiendo los centros nerviosos receptores del dedo y para disparar debemos activarlos, con lo que si queremos imponerlo mandaremos un influjo perjudicial para el resto del brazo provocando movimientos que a veces no sabemos de donde proceden.
Todo el problema consiste en que con la parada conseguimos un equilibrio pasivo y en el momento del disparo necesitamos un equilibrio activo, con lo que el cuerpo no puede romper esa situación con movimientos bruscos.
Una vez que el proyectil ha abandonado el cañón, el proceso de disparo aún no ha acabado, sino que se debe mantener el arma en posición durante unos dos segundos. Esto cumple la función de evitar tiros bajos por culpa de un relajamiento prematuro de los músculos del brazo y además nos ayudará a identificar el punto de impacto del proyectil y los errores que hayamos podido cometer una vez que tengamos dominada esta operación.
PREPARACION MENTAL PARA EL TIRO



El Tiro Deportivo es un deporte eminentemente técnico y sin embargo, una vez aprendidas las técnicas elementales para practicarlo, la excelencia se verá altamente afectada por procesos mentales. La forma de mantener la mano y la posición del dedo índice son los factores básicos para el logro de un proceso bien desarrollado y los eslabones decisivos para ello se encuentran precisamente en el cerebro, en forma de una cadena bien coordinada de puntos nerviosos y centros de control que deberán reaccionar de conjunto. En el proceso de realizar un disparo, el elemento más sensible es justamente la flexión del dedo índice en el apriete del disparador, la cual puede fallar si existe un exceso de excitación o si se pierde el momento adecuado para realizar el disparo. Apuntar a la diana es un proceso de concentración durante el cual el tirador adquiere una imagen visual orientándose por las miras posterior y frontal de las cuales extrae la información acerca del momento exacto en el que deberá efectuar el disparo. En ocasiones pueden producirse errores de naturaleza mental ya sea cuando el dedo no logra activar el disparo aún cuando el tirador posee una imagen perfecta de las miras con respecto al blanco o simplemente cuando activa el disparo mientras observa una imagen falsa. Es muy frecuente escuchar a los tiradores expresar que "sabían que el disparo resultaría malo, por haber perdido las miras".
En este sentido resulta interesante por tanto, entrenar al atleta, en aquellas modalidades que así lo permitan, a definir cuándo resulta válido completar la acción una vez iniciada, y cuándo es más conveniente interrumpir la secuencia motora en aras de asegurar la calidad del disparo. Hay otras modalidades como el Tiro Rápido, que deben efectuarse en un tiempo extremadamente breve, que no permiten al atleta realizar pausas, y en estos casos la estrategia psicológica poseerá otro carácter, de lo cual estaremos hablando en otra oportunidad.

Un método bastante efectivo que hemos estado utilizando de conjunto con los entrenadores respectivos es pedir al atleta que realice una serie determinada de disparos de valor máximo, y comenzar de nuevo, si no se obtiene la misma. La tarea se completa solo cuando se logran completar los disparos de forma consecutiva, sin importar el tiempo que esto conlleve. Esto obliga al atleta a "pensar" en todas las posibilidades técnicas que permitan el aseguramiento de la calidad óptima del disparo, estableciendo por consiguiente las conexiones motoras condicionadas que funcionan posteriormente en situación de stress competitivo.

En ocasiones el Sistema Nervioso, encargado de regular el proceso en su conjunto, no reacciona del modo deseado frente a la imagen óptica. Por tanto, un elemento importante que desarrolla el tirador de elite es la capacidad de lograr una alta coordinación en la que deben converger percepción y acción para poder expresarse en resultados excelentes.

Otro aspecto que caracteriza un elevado rendimiento en el tirador es el mantenimiento del ritmo en el disparo, es decir, la secuencia de acciones individuales, su precisión y el tiempo ideal para completar el proceso de disparo en disparo. Este ritmo debe ser constante y regulado para que garantice resultados óptimos.

En este sentido son palabras claves la precisión y el desarrollo del sentido del tiempo como percepción especializada. Ya sea que el atleta se encuentre sobreexcitado o incluso fatigado (tómese en cuenta que hay modalidades que llevan hasta 3 horas de competencia), es importante que el atleta logre mantener su ritmo durante el proceso. Algunos tiradores se caracterizan por ser muy rápidos y otros muy lentos, en las situaciones críticas de competencia se acentúan estas diferencias, aunque el fenómeno más frecuente es una tendencia a la precaución y la tardanza. Si bien tirar rápido no garantiza automáticamente tirar bien, un buen disparo no toma mucho tiempo, con la única salvedad de que quien inmediatamente después de un disparo malo carga y repite, con frecuencia se enfrenta a un nuevo fracaso. El tirador debe aprender a reconocer cuándo es el momento de parar y pensar o visualizar la técnica adecuada para eliminar los errores cometidos, lo cual contribuirá a elevar su confianza en sí mismo. Pero cuando todo va saliendo bien, hay que seguir con determinación y velocidad, las cuales existiendo en armonía van de la mano de puntajes relevantes.

El mantenimiento de una respiración adecuada, constante y exacta apoya el establecimiento del ritmo. Tanto el excesivo nerviosismo como los síntomas de fatiga psíquica o física tienen un impacto directo en la respiración y por tanto en el ritmo del disparo y su consecuencia inmediata, por lo que entrenadores y demás personal de apoyo deberán velar por el mantenimiento de adecuados ritmos respiratorios y las vías de devolver a ésta su normalidad.

Por tanto, las líneas de trabajo psicológico encaminadas al autocontrol emocional del atleta, a que éste aprenda a conocer y controlar sus emociones en condiciones competitivas, en el cual, los automandatos y los ejercicios específicos de relajación mediante la utilización del ritmo respiratorio, son elementos que contribuyen de manera decisiva en la estabilización del ritmo del disparo.

Otro elemento a tener en cuenta por psicólogos y entrenadores es el papel que desempeña la concentración de la atención en los resultados de un tirador. Cuando una acción determinada como pudiera citarse al accionar el disparador queda fuera de control, éste pasa a ser el centro de la atención y se ejecuta con especial concentración, sin embargo, tan pronto como la acción funcione adecuadamente, deberá integrarse al proceso en su conjunto y la atención pasará a ser menos específica, más abarcadora.

Por ello el tirador deberá entrenar su preparación para el disparo, de modo que pueda lograr las conexiones psicomotoras necesarias para resolver las dificultades con brevedad. Si la concentración óptima falla, es necesario hacer una pausa y prepararse para comenzar de nuevo. La visualización o representación ideomotora de todo el proceso es ideal para elevar la precisión al acelerar el dominio de las estructuras motoras que entran en juego en su conjunto, predisponiendo al sistema nervioso a traducir las imágenes visuales en reflejos específicos. Solo cuando se reconoce como un todo integrado es cuando se logra apuntar adecuadamente.

En los ejercicios complementarios al entrenamiento deportivo, realizados bajo la supervisión del psicólogo deportivo, el atleta deberá aprender a visualizar y encontrar las soluciones específicas a las disímiles dificultades que pueden presentarse durante la competencia. Estas situaciones pueden ser de carácter interno como puede mencionarse una elevada sobreexcitación ante el compromiso competitivo, así como inherentes a la utilización de los elementos técnicos de cada modalidad, por ejemplo, la agrupación dispersa de los disparos lo cual precisa ajustes específicos en las miras.

Finalmente reconocer que la voluntad de vencer se traduce en la voluntad de prepararse adecuadamente para vencer. El éxito del tirador depende en gran medida de su autoconfianza, de creer en sus propias habilidades y en su capacidad para "arreglar" lo que ha salido mal. Los momentos de autorreproche solo conducen a la sobreexcitación y la alteración del ritmo de trabajo. Se impone durante la preparación previa a una competencia crear imágenes positivas de la propia ejecución, sentir o visualizar en los momentos de mayor tensión sólo aquellas ideas que se refieren a su meta inmediata: el disparo centrado en la diana, porque el tirador se queda, en ese momento, A Solas Consigo Mismo

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